BLAS DE LEZO: Un héroe olvidado

BLAS DE LEZO: Un héroe olvidado

ÍNDICE

  1. INTRODUCCIÓN
  2. ORÍGENES
  3. VIDA MILITAR
  4. SU ÚLTIMA GRAN GESTA
  5. VIDA FAMILIAR
  6. BLAS DE LEZO SEGÚN SUS HOMBRES
  7. CONCLUSIONES
  8. BIBLIOGRAFÍA

 

  1. INTRODUCCIÓN

Cuando hablamos de héroes siempre nos viene un militar aguerrido, imbatible y con una moral ejemplar, son tópicos que nos han infundido nuestra cultura de herencia grecolatina y probablemente este legado tuviera un sustrato anterior parecido. Lejos de si solemos ver a un héroe como militar o no, nuestra cultura española tiende a olvidar a ciudadanos modelos, lejos o no de ser militares, y no se hace mucho para rememorar su inspiradora vida como Santiago Ramón y Cajal o Margarita Salas, muy interesantes para el mundo de la ciencia, sin dejar atrás a Severo Ochoa por ejemplo. A veces, metido en el mundo bélico, hablamos de algunos personajes como si fueran españoles cuando ni tan siquiera existía España, como el Cid o el mismo Viriato, ¿quién pensaba por aquél entonces en una España como tal en su época?. Sin embargo,  tenemos gente que ya se consideraban españoles y fueron unos auténticos héroes cuyas gestas han sido plasmadas en el papel y que aún pueden ser inspiradoras. Como dice el dicho, la realidad supera a la ficción, y nosotros tenemos en nuestros anales a una persona que no tiene nada que envidiar a los héroes prefabricados de Hollywood, ni del mundo del cómic o los videojuegos, una persona que, pese a tener medio cuerpo mutilado, fue temido y respetado allá donde fue por su pericia y coraje.

      2.ORÍGENES

Blas de Lezo y Olavarrieta nació el 3 de Febrero de 1689 Pasajes de San Pedro, sede de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, en el seno de una familia de la pequeña nobleza de Guipúzcoa vinculada a la vida del mar, siendo marinos como él su bisabuelo Pedro de Lezo Lizardi, su abuelo Francisco de Lezo Pérez de Vicente y su padre Pedro Francisco de Lezo  y Lizárraga. Tuvo 9 hermanos más y él fue el cuarto de todos.

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Retrato más conocido de Blas de Lezo y Olavarrieta

      3. VIDA MILITAR

Cuando era aún muy pequeño fue enviado a la École Royal en Francia para que recibiera nociones básicas con el objetivo de formar futuros oficiales de la Marina francesa. Con 15 años, en 1704, ingresó como guardiamarina en la Armada franco-española, ya que en esos momentos, tras la llegada de los Borbones a la Península con Felipe V, las Armadas de ambos países se unieron, pues España no contaba con una fuerza naval fuerte debido a la guerra de Sucesión (1701-1715), la cual causó la pérdida española de Gibraltar en 1704, los Países Bajos y Menorca (1708), entre otras consecuencias.

He aquí un pequeño video del contexto histórico y político en sus inicios militares:

Su bautismo de fuego fue en la batalla naval de Vélez-Málaga (24-08-1704) dentro de esa guerra sucesoria, donde perdió media pierna izquierda, y en la que se enfrentó la armada franco-española contra la anglo-holandesa y que no tuvo un resultado claro aunque fue factible para que los británicos dominaran Gibraltar. Su labor en la batalla fue asegurar fuego constante, y pese a perder la pierna continuó en su puesto, por lo que le tuvieron que amputar la pierna y ponerle una prótesis, sin embargo se reincorporó a filas al año siguiente (1705)  y Felipe V le honró con una Merced de hábito introduciéndole en el grupo cerrado de familias nobles que sólo la obtenían con méritos espectaculares o apadrinados por alguien influyente. Esta actitud fue de ejemplo ante la adversidad para muchos a lo largo de su vida, ya que con 25 años era tuerto, cojo y manco sin dejar de ser una pieza clave para la Armada española, siendo apodado por sus compañeros como anka motz o pata de palo en euskera.

En 1707, durante el sitio del castillo de Santa Catalina en Tolón (Francia) contra el almirante Eugenio de Saboya perdió el ojo izquierdo, año en el que también fue ascendido a teniente de bajel de guardacostas. En 1712 la Armada española ya había recuperado su autonomía, y Lezo fue introducido en la escuadra de Andrés del Pez con quien fue ascendido a capitán de navío. Ya en 1714, durante el asedio de Barcelona, una bala de mosquete le dejó manco del brazo derecho. En 1720, tras misiones de escolta de la Flota de galeones, fue nombrado comandante del Nuestra señora del Pilar (o León Franco). Como segundo de la escuadra de Bartolomé de Urdinzu, se dirigió a Perú para acabar con los corsarios y piratas de la zona, y posteriormente sustituiría a aquél al ser relevado, siendo así jefe de la escuadra del Mar del Sur, la cual estuvo limpiando de piratas durante más de doce años, llegando a capturar al pirata holandés Flissinguen a principios de 1725.

Fue enviado a Perú para reorganizar y modernizar la Armada del Mar del Sur por el Intendente General de la Marina Don José Patiño, lo cual era un gran coste para Felipe V, sin embargo no pudo cumplir su misión ante la falta de hombres y medios económicos. Por su parte, tras ser nombrado nuevo Virrey de Perú, el marqués de Castelfuerte consideró que la escuadra del Mar del Sur era muy costosa para la Hacienda, por lo que la desmanteló parcialmente, causando las quejas de parte de Lezo contra las irregularidades y agravios contra su puesto como argumentó a Don José Patiño a través de cartas. Los virreyes tenían el poder efectivo en América, aunque las órdenes llegaran desde el rey, ya que era quien elegía a los mandos, ya sea por venta o amistad o nepotismo, dejando en los puestos de importancia a gente que normalmente no estaba a la altura, por lo que se provocaban muchos desbarajustes militares. Blas no fue nombrado por el virrey, destapando cómo un sobrino de Castelfuerte ejercía de maestre de plata o tesorero, algo que sólo podía detentar alguien de confianza y capaz. Así que ya desde un primer momento tuvo fuertes enfrentamientos con el virrey, llegando a llevar a Lezo a un juicio de residencia, proceso judicial que se hacía a cualquier funcionario para saber si era o no corrupto en sus faenas, con la intención de desprestigiarle. A pesar de que no se demostró nada en contra de Lezo, éste decidió claudicar como comandante, pero Don José Patiño, que sabía de buena tinta su valor para la Armada no quiso darle de baja, así que lo relevó y mandó para comandar la escuadra del Mediterráneo en 1731, abandonando las Américas, de momento. Fue trasladado a Cádiz y como jefe de la Escuadra del Mediterráneo fue enviado a Génova a reclamar 2 millones de pesos que la Real Hacienda tenía en los bancos de la ciudad, so pena de bombardear la ciudad si no le daban lo reclamado, por lo que lo consiguió con éxito. En Junio de 1732 fue asignado como segundo jefe de la expedición  española para recuperar Orán con Francisco Cornejo, con éxito, pero que durante su regreso a la Península tuvo que regresar con refuerzos debido al contraataque del Bey de Argel, derrotándoles en la ensenada de Mostagán (Argelia). Y en 1734 fue ascendido a teniente general de la Armada y destinado como comandante general del Dpto. de Cádiz.

En 1737 regresaría a América, con 48 años,   como comandante general de los galeones zarpando hacia Cartagena de Indias con dos buques de guerra que escoltaban  a ocho mercantes y dos navíos de registro, ciudad que desde el primer momento en que llegó ordenó la mejora de sus defensas, cuyas carencias advirtió y que no consiguió mejorar mucho pasado tres años cuando en 1740 mandó una misiva a Felipe V advirtiendo de ello y prediciendo que si no se atendían las necesidades sería destruida como Portobelo en 1739. Por causas del destino, será esta ciudad, Cartagena de Indias, donde acometerá su más asombrosa gesta y donde, por sus heridas, donde será enterrado, aunque no se conoce aún el paradero de su tumba ya que Cartagena fue reconstruida desde el asedio inglés y otros tantos a lo largo de la Historia desde entonces.

     4. SU ÚLTIMA GRAN GESTA

Durante la Guerra del Asiento (1739-1748), de la cual haré un artículo más adelante y enlazaré con éste, se produce el asedio de Cartagena de Indias en donde se dio la última batalla y gesta de Blas de Lezo.

  • BANDO INGLÉS: El 13 de Marzo de 1741 Vernon atacó la ciudad con 8 navíos de tres puentes, 28 de dos puentes, 12 fragatas y 130 transportes de infantería con un contingente de más de 2000 colonos norteamericanos capitaneados por Lawrence Washington, hermano de George Washington y 1000 negros con machetes de Jamaica, sumando 23.600 combatientes, 180 naves y más de 2600 cañones navales y otras piezas de artillería.
  •  BANDO ESPAÑOL: Cartagena de Indias era la fortaleza más grande construida nunca por un país occidental, y estaba defendida por 6 navíos, unos 2.230 veteranos y unos 600 indígenas traídos del interior de la provincia.
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Mapa de Cartagena de Indias y ubicaciones (citadas más abajo en el texto)

La desproporción era de 8 contra 1 y 990 piezas de artillería contra más de 3.000. Lezo y el virrey Eslava de Nueva Granada discreparon en la defensa de la gran plaza fuerte, y el almirante Torres y su escuadra habían regresado ya a Cádiz y no podían hacer frente. Cartagena de Indias se podía defender en tres líneas, la primera era Bocachica, flanqueada por el fuerte de San José y San Luis que mediante el fuego cruzado y una larga cadena impedían la entrada a puerto; la segunda estaba ubicada dentro de la bahía y protegida por dos tómbolos que la cerraban como si fueran brazos estrechando su entrada y con dos fuertes, el Cruz Grande y Manzanillo; y la última línea defensiva, al este de Manga y ya en terreno continental, el convento de La Popa que había sido fortificado para resguardar el castillo de San Felipe de Barajas que se ubicaba al oeste de allí en el cerro de San Lázaro. Por último estaban, lógicamente, las murallas de la ciudad.

La primera fase del combate se inició el 20 de marzo en Bocachica, como predijo Lezo en el debate con Eslava. Ya el 4 de abril la flotilla española estaba medio destruida y el castillo de San Luis medio en ruinas, mientras que los ingleses sólo habían perdido 4 navíos. Ya el 5 de abril no quedaba mucho de la flotilla y el castillo perdió la muralla y fue tomado por 2000 ingleses contra unos 300 supervivientes españoles. Ante ello Lezo huyó hacia Bocagrande con sus hombres culpando al virrey. Ya en esta situación, Vernon envió a Londres una misiva anticipando que ya se había tomado la plaza de Cartagena, sin ser así, y se emitieron las famosas monedas con Lezo arrodillado, diciendo uno de sus relieves «Los héroes británicos tomaron Cartagena, abril 1, 1741».

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Detalle de la moneda acuñada tras la supuesta victoria de Vernon, también llamado Old Grog, apodado así por su chaqueta grogram.

El 10 de abril el virrey ordenó echar a pique los navíos El Dragón y El conquistador para bloquear el acceso en la bahía, volviendo a enfrentársele Lezo, y el 11 de abril los buques ingleses pasaron por encima de los pecios y desembarcaron cerca de las puertas de Cartagena comenzando el día 13 de abril el bombardeo sobre la muralla. El 17 de abril cayó el cerro de la Popa aumentando la tensión, pues ya quedaba poco para que cayera la ciudad, o al menos eso parecía.

El asalto final fue un jueves 20 de abril a las cuatro menos cuarto de la madrugada, mediante oleadas de ingleses durante siete horas y a las once menos cuarto 2800 infantes cercaban por el Norte, Sur y Oeste de la ciudad. A mediodía, tras el toque de oración se paró el fuego en todo el frente, y después de rezar Lezo ordenó la vuelta al combate. Hacía mucha calor, y pese a añadir 400 hombres más de apoyo a las tropas británicas, el calor les afectaba de lleno, por lo que unos 3000 infantes fueron detenidos por 850 asediados y amedrentados españoles, por lo que Lezo ordenó la carga que logró hacer retroceder al enemigo que le superaba, y desconcertados tocaron retirada abandonando el campo de batalla. Se hicieron prisioneros, se retomó la Popa y el 28 de abril, los ingleses enviaron una misiva que afirmaba su retirada pero amenazaba con volver pronto tras tomar refuerzos de Jamaica a lo que Lezo respondió lanzando un órdago que decía «Decidle a Vernon que para venir a Cartagena es necesario que el rey de Inglaterra construya otra escuadra mayor, porque esta solo ha quedado para conducir carbón de Irlanda a Londres, lo cual les hubiera sido mejor que emprender una conquista que no pueden conseguir».

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Edward Vernon

Las razones de la derrota británica no fue sólo a causa de la feroz defensa neogranadina e indígena en sí, sino también por las bajas por enfermedades entre los ingleses, que sumado a las del combate eran de 6.000 hombres fallecidos, 6 navíos de tres puenes hundidos junto con 13 de dos y 4 fragatas, y 50 transportes de 130. Retornaron unos 7.500 heridos y se dejaron o perdieron  1500 cañones, y numerosas armas y petrechos de todo tipo.

Por su lado España había perdido unos 800 hombres, sus 6 barcos y unos 395 cañones, mientras que tenía un saldo de 1.200 heridos, y sus fortificaciones estaban básicamente en ruinas, habiendo recibido en torno a 28.000 cañonazos y 8.000 bombas.

Lezo fallecería el 7 de septiembre de 1741 de peste, en la misma ciudad, causada por los cuerpos aún sin enterrar y la situación insalubre. Murió sin ningún tipo de reconocimiento por su heroica acción y su magnífica carrera militar, y aún hoy se desconoce dónde fue enterrado. El virrey Eslava descargó su ira contra Lezo, acusándole de incumplir su deber, y sí recibió honores siendo ascendido  a Capitán General de los Reales Ejércitos y distinguido con el título de marqués de la Real Defensa de Cartagena de Indias. El 21 de octubre de 1741 una Real Orden destituyó a Blas de Lezo de su puesto de comandante, ordenándole regresar a la Península para el juicio, pero ya estaba muerto. Carlos III rehabilitaría su nombre y a título póstumo le crearía el marquesado de Ovieco, que heredaría su hijo mayor directamente. Mientras que Vernon, con su derrota y su vanagloria de anticipar su victoria, fue enterrado con todo tipo de honores y su epitafio dice «Sometió Chagres y en Cartagena conquistó hasta ddonde la fuerza naval pudo llevar la victoria».

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Tumba de Edward Vernon en Westminster Abbey, fallecido en 1757.

     5. VIDA FAMILIAR

El 5 de mayo de 1725, se casó en la hacienda de su tío Lima con Josefa Pacheco de Bustos, una mujer criolla de 16 años, y hija de un rico comerciante. Tuvieron siete hijos, dos nacidos en Lima y los cinco restantes en la Península. Su primer hijo nació en 1726 y se llamó Blas Fernando, que fue marqués de Ovieco  desde 1762 por la gracia de Carlos III en honor a su padre; le siguió  Josefa Atanasia dos años después que se casó con el vizconde de Santisteban; luego Cayetano Tomás que fue gobernador de Santa Cruz; Pedro Antonio que falleció muy joven en 1732; Agustina Antonia y su hermana Eduvigis Antonia que se dedicaron a la vida religiosa; y la menor, Ignacia, que casó con el marqués de Tabalosos. Doña Josefa era huérfana adolescente y era heredera de una hacienda en el valle de Locumba y los mayorazgos de Ovieco, Cañal y Pitiegua en Castilla, además de otros bienes por los que luchó para mantener bajo su tutela. Se cree que Lezo y su familia pudo subsistir de las rentas de estos bienes heredados ya que estuvo siete años sin recibir sus sueldos de la marina mientras era comandante de la Escuadra del Mar del Sur.

Blas de Lezo ha sido retratado como un hombre de familia, muy preocupado por su integridad, aunque estuviera distante por sus obligaciones con las campañas militares. Al hacer ir a su familia a la Península en 1732, procuró que sus hijos tuvieran contacto con sus abuelos paternos, un hecho que hizo que su padre y abuelo de sus hijos, Don Pedro Francisco de Lezo, les hiciera beneficiario de sus bienes en el testamento en 1752, una década después del fallecimiento de Blas de Lezo (1741) y Josefa (1743). Su preocupación familiar se ve reflejado en sus cartas, como en una en la que le llega a pedir a Patiño retirarse a descansar a España en 1727 para ver a su familia .

También fue un hombre emprendedor, ya que a su regreso a Cartagena de Indias en 1737 con Pedro Fidalgo, fundó la compañía de armadores de la ciudad para combatir el comercio extranjero que estaba desarrollado por toda la costa del virreinato de Nueva Granada, imponiendo la condición que los oficiales que practicaran el corso debían ser vasallos del rey de España, haciendo gala, como siempre, de su virtud de lealtad a su rey.

    6. BLAS DE LEZO SEGÚN SUS HOMBRES

Como se ha dicho ya, Lezo sirvió de inspiración para muchos soldados  y gentes de la época, pues pese a sus heridas, fruto de su continua involucración en la batalla junto con sus compañeros de armas, siguió hacia adelante. También superó enfermedades propias en los ejércitos de la época, como el tifus que mató a más de 500 hombres mientras él fue comandante de la Escuadra del Mediterráneo y que padeció logrando sobrevivir. También sufrió como sus subordinados las escaseces de víveres y agua comunes en las largas travesías, así como el clima tropical americano que amedrentaban las filas de cualquier nación europea que lo viviera al estar malacostumbrada inmunológicamente. Por todo ésto y más, se ganó el respeto y admiración de muchos, sobre todo de sus hombres, sería un «medio hombre» por sus mutilaciones, pero sin duda era tenaz como ninguno y el trato hacia sus muchachos era inigualable, sabiendo incluso de lo que eran o no capaz, de ahí también esa profusa veneración. Por otro lado era, como normalmente en la época, un ferviente creyente y practicante católico, hecho que se ve en sus testimonios asegurando que las gestas realizadas por sus hombres bajo su mando eran algo causadas por la Divina Providencia.

    7. CONCLUSIONES

Blas de Lezo lo dio todo por su rey e imperio, fue de los más distinguidos, por no decir el que más, en la Armada española y su carácter indómito no le permitía titubear allí donde viera que las cosas se hicieran mal sin contemplar que era un superior, como el caso del conflicto con el virrey de Perú y el virrey neogranadino. Un hombre de armas tomar, como buen militar, noble, familiar y muy querido y respetado por sus hombres, un ejemplo para todos de superación pese a tener medio cuerpo mutilado. Sin embargo, España parece ser que no sabe cuidar de los suyos y premia siempre a corruptos y gentes sin merecerlo, pero ,como bien dice el personaje de la serie de TVE «El ministerio del tiempo», Alonso de Entrerriós, «España siempre ha tenido buenos hombres pero muy malos jefes», y no es de sorprender que alguien tan inepto como Sebastián Eslava, virrey neogranadino, fuera premiado, incluso habiéndose equivocado muchas veces durante el sitio, por una victoria que consiguió uno de los mejores comandantes que jamás ha tenido el reino de España, Lezo, al cual no dejaron sino las miajas y un reconocimiento tardío, pues ya estuvo muerto, y sólo pudieron gozarlo sus herederos.

Para mí, Blas de Lezo es ese héroe que no necesita inventar mucho para hacer una verdadera película histórica. Quizá ideológicamente chocaría conmigo, pues no comparto los ideales del Antiguo Régimen, como muchos de nosotros actualmente, pero como historiador y sabiendo ubicarme en su tiempo, y como persona, sería muy de mi respeto también. Algún día, y yo como historiador lo intentaré, se rememore y recupere de las cenizas del tiempo su nombre como el de muchos españoles ilustres que fueron ejemplos olvidados y maltratados por la historia y sus compatriotas durante y después de sus vidas.

       8. BIBLIOGRAFÍA

BELTRÁN GARCÍA-ECHANIZ, Mariela, Don Blas, un héroe con personalidad, en MINISTERIO DE DEFENSA, BLAS DE LEZO, El valor de Mediohombre, Ministerio de Defensa, Madrid, 2013.

LOHMANN VILLENA, Guillermo, Historia Marítima del Perú: los siblos XVII y XVIII, 2ª ED., Ausonia, Lima, (1975).

GIMÉNEZ CARRILLO, Domingo Marcos, Las órdenes militares castellanas en el siglo XVIII. Caballero, pretendientes y mediadores. Universidad de Almería.

FLORISTÁN, ALFREDO (coord.) Historia moderna universal. Ariel, Barcelona, 2013.